Nueva Mishná. "Los trabajadores pueden decir el Shema Israel subidos a un árbol o mientras construyen un esenario pero lo que no pueden hacer es hacer la Tefilá (la amida). El novio está exceptuado de decir el Shema Israel la primer noche y hasta la salida de shabat sino hizo la cosa". Vamos por partes. La Torá se preocupa que cada quien pueda cumplir con su obligación en relación a los preceptos sin por eso tener que sufrir un perjuicio económico. Por este motivo se les permite a los trabajadores realizar el Shema Israel desde donde estén trabajando sin la necesidad de "bajar a tierra firme". Pero lo que después aclara la Guemará es que para el primer párrafo del Shema deben dejar de hacer sus tareas y concentrarse en la lectura mas los otros 2 párrafos pueden decirlo mientras continúan su actividad. En relación a lo mismo enseñan los sabios que los empleados que están trabajando en la casa de alguien (podemos pensar un empleado doméstico en nuestros días) puede decir tanto una Amida abreviada como un Birkat Hamazon (oración para después de las comidas) abreviado para no perder tanto tiempo haciendo Tefilá lo cual puede poner en peligro su estabilidad laboral. Lo que todos coinciden es que a la hora de la Amida que es nuestro "dialogo con Ds" la persona debe tener una concentración especial por lo cual es necesario que esté apoyado en un lugar firme. Y más allá de eso recordemos que el Shema se puede hacer desde cualquier posición mientras que la Amida se debe hacer con las dos piernas juntas y estando de pie.
El novio. El novio está exceptuado de decir el Shema Israel hasta que no hizo "la cosa" ¿Qué es la cosa? Tener relaciones sexuales con su mujer. ¿Por qué? Porque los rabinos comprenden que él estará más preocupado-ansioso-nervioso por eso que por decir el Shema con la intención adecuada. Por eso lo liberan de la obligación. Se cuenta que Raban Gamliel en la noche de su casamiento igual leyó el Shema Israel, cuando fue consultado, él contestó: Yo no puedo ignorar el reino de los cielos ni siquiera un minuto. Por este motivo sintió la necesidad de decirlo.
Nueva Mishná. En la anterior vimos que los maestros se preocupan porque cada judío pueda vivir su vida judía sin perjuicios "económicos", en esta veremos como nuestros sabios atienden a las particularidades y que más allá de que haya una norma general los rabinos comprenden los casos específicos. La Mishná enseña que el primer día que muere un pariente cercano está prohibido bañarse. No obstante Rabán Gamliel se bañó la primer noche luego de la muerte de su mujer. Cuando le preguntaron él respondió: Yo no soy como los otros hombres, yo soy un Istenis. Istenis es una persona extremadamente mañosa, obsesiva y pulcra. Por este motivo los sabios decretaron que quienes sean istenis y que no bañarse les haría sentir peor de lo que están pueden entonces bañarse. Lo mismo pasa con los esclavos. La Mishná enseña que no debemos dar condolencias a los hombres y mujeres que pierden a sus esclavos. Pero se dice que Raban Gamliel recibía las condolencias de sus conocidos cuando su esclavo, Tabi, murió. ¿Por qué lo hacía? Porque decía que su esclavo no era como los demás esclavos, era un hombre kasher, integro. Esto nos enseña que debemos atender a las particularidades más allá de las rigideces de la ley. La ley se dictamina para todos pero se aplica a cada uno de una manera particular. O por lo menos así debería ser.
Luego de terminar la Amidá, la Tefila, cuenta la Guemará que distintos sabios le hacían diferentes pedidos a D-s. La liturgia de la Amidá es fija para ponernos a todos en el mismo nivel pero luego podemos, o deberíamos, hablar desde nuestro corazón, con nuestras palabras. Así lo hacían los sabios. Combinaban el rito colectivo con las plegarias individuales. Se cuenta que Rabi Eleazar pedía tener un lugar en el paraíso. Rabi Iojanan pedía que D-s nos cubra con su misericordia. Rabi Zeira pedía tener la fuerza para no cometer errores-pecados. Rabi Jia pedía tener constantemente la Torá en su vida. Rab pedía tener una vida larga de Torá, de alegrías, con sustento. Rabi pedía que D-s no lo abandonase nunca en su vida. Rabi Safra pedía por la paz. Y un tal Mar, un simple señor, el hijo de Rabina pedía al final de cada tefila que D-s guardase su lengua del mal y sus labios de la duplicidad y que su corazón siempre pueda estar abierto a la Torá. De manera increíble la plegaria que fue elegida para complementar a la Amida no fue la de los grandes rabinos sino que fue la de este simple hombre, este Mar, que le habló a D-s desde el corazón. Hoy en día en cualquiera de nuestros sidurim encontramos sus palabras.
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