Los ciegos y el Shemá. ¿Pueden los ciegos de nacimiento liderar el servicio durante la lectura de la Torá y sus bendiciones? Rabi Iehudá opina que no. Un ciego que nunca vio el cielo en su vida no puede recitar la primer bendición antes del Shemá Israel, ya que en ella agradecemos por las luminarias y las constelaciones y si un ciego no tiene beneficio de aquella luz no puede hacer la bendición. Sin embargo muchos sabios le responden y le critican a Rabi Iehudá. Los mismos sostienen que muchos han hablado e interpretado acerca de la Mercava (aquella carroza de fuego que nos relata el libro de Ezequiel, base de la mística judía) sin nunca haberla visto; si esto es así un ciego que nunca vio las luminarias también puede agradecer por ello. Sin embargo Rabi Iehudá vuelve a contrarrestar y dice que en ese caso (el de la Mercava) todo depende del corazón y de la razón, sin embargo en el caso de las luminarias depende de la experiencia. Y más aún, en relación a la Mercavá los sabios no tienen hanahá (beneficio) cuando estudian sobre el tema, sin embargo con las luminarias los hombres si tienen beneficios.
Una historia. Para refutar finalmente la tesis de Rabi Iehudá y permitir que los ciegos reciten las bendiciones previas al Shemá Israel, los sabios nos regalan una historia maravillosa. Rabi Iosi, cuenta el Talmud, estuvo durante toda su vida preocupado por el significado de un versículo, no entendía su significado: y palparás a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad (Debarim 28:29). ¿En qué le cambia a un ciego que sea de día o de noche? Cuando el ciego palpa no sabe, y no le importa, si es de día o si es de noche. Rabi Iosi nunca entendió el significado de este versículo hasta que un día se topo con un ciego que estaba caminando por la noche con una antorcha encendida en su mano. Sorprendido y sin entender que beneficio obtenía un ciego al cargar una antorcha le preguntó: ¿Para qué te sirve está antorcha? Y el ciego respondió: "todo el tiempo que llevo está antorcha en mi mano los demás hombres me salvan de los pozos y de los animales peligrosos que hay por el camino". En ese instante Rabi Iehudá comprendió que los ciegos también tienen un beneficio de la luz: los otros, cuando están iluminados, pueden ayudarlo. Por eso, dicen los rabinos, no hay peor ciego que un ciego en la oscuridad ya que en este caso, ni el ni nadie pueden ayudarlo.
Unas cuestiones de halajá: quien lee de la Torá no debe leer nunca menos de tres versículos. Cada Aliá no puede tener menos de tres versículos. Por este motivo, sugiere la Guemará, la extensión mínima de versículos de la Haftará (lectura de los profetas) en Shabbat es de 21 versículos y en las festividades de 15 ¿Por qué? Porqué en Shabbat se leen 7 Aliot, de mínimo 3 versículos, 7x3=21, y en Iom Tov se leen 5 Aliot y si hacen la cuenta les dará... 15! Sin embargo los sabios nos dicen que si el tema (Yinian) tiene una extensión menor que 21 versículos también se puede acortar la Haftará.
El Meturgueman. En la antigüedad, y hasta el día de hoy en las comunidades yemenitas, existía lo que se conoce como el "Meturgueman", el traductor. Su función era traducir la Torá al idioma vernaculo, al idioma que la gente pueda entender ya que la mayoría de los judíos no habló por muchos años el hebreo. En el caso de que haya un meturgueman el baal koré (quien lee la Torá) debe leer un versículo, parar, y dejar que se haga la traducción, así durante toda la lectura. Si la lectura de la Torá suele ser larga... imaginense con un meturgueman!
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