Existe en la tradición judía la prohibición conocida como יחוד (Ijud) que si la debemos traducir quedaría algo así como "La prohibición de un hombre (o de una mujer) de estar con otra persona de el género opuesto en una habitación cerrada". Se dan cuenta, el hebreo es conciso. Ijud es unido. Esta prohibición se basa en la idea de evitar la tentación sexual. Por este motivo, enseña la Mishná, esta prohibido que un hombre se encierre con dos mujeres en una habitación; sin embargo una mujer puede estar con dos hombres en una misma habitación. Los porqué que da el Talmud son "psicológicos". Un hombre no puede estar con dos mujeres porque el Talmud entiende que las mujeres son Daatan Kalot (mentes débiles). Sí, a veces el Talmud peca de machista o misogino. ¿Qué quiere decir esto? Que las mujeres no tendrían, según los sabios, vergüenza -a diferencia de los hombres- de ambas acostarse con un hombre cuando están en un cuarto a solas. No tienen vergüenza de su desnudez. Por eso se prohíbe que dos mujeres estén en un mismo cuarto con un hombre.
La Mishná, sin embargo, permite que dos hombres estén con una mujer en Ijud (en una habitación cerrada). Ya que consideran que los hombres tendrán verguenza y que con otro presente ninguno querrá tener relaciones con aquella mujer. El Talmud refuta a la Mishná y vemos como los cambios en la Halajá son posibles y frecuentes. Rabi Itzjak nos enseña que dos hombres no pueden estar en un mismo cuarto con una mujer porque su Ietzer (instinto sexual) lo domina a él incluso cuando esta en el periodo de duelo. Las mujeres pueden no tener vergüenza mas los hombres son fáciles de excitar e incluso en estas situaciones podrían llegar a querer acostarse con aquella mujer.
Si la mujer, de un hombre, esta presente esté puede encerrarse con cuantas mujeres quiera ya que su esposa lo esta "celando". Lo mismo ocurre a la inversa.
Hoy en día el mundo ortodoxo hace del Ijud una ley muy vigente y extrema. No suben -por ejemplo- en un ascensor un hombre si hay una mujer sola allí adentro. No cierran las puertas de los consultorios si el medico es un hombre y la paciente una mujer. El Talmud, hace 1700 años, era un poco más flexible. Establecía que si el cuarto tenía una puerta abierta o una ventana y esta daba a un dominio público, a un lugar donde la gente podía observar, no debemos sospechar de Ijud. Así como también si el marido de la mujer esta en la ciudad tampoco debemos sospechar de Ijud ya que él puede entrar a aquel cuarto en cualquier momento. En definitiva las normativas del Ijud siguen siendo válidas y vigentes mas deben ser aplicadas con liberalidad y flexibilidad; teniendo en cuenta las circunstancias en cada caso.
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