Si él te dijere: No te dejaré; porque te ama a ti y a tu casa, y porque le va bien contigo (Devarim 15:16)
Desde nuestra libertad ignoramos como alguien puede ser "feliz" siendo esclavos. Desde nuestra perspectiva posmoderna insistimos en que la libertad es uno de los valores centrales por los cuales un ser humano, y toda sociedad, deben bregar. Sin embargo la Torá establece una figura legal sobre aquel esclavo, que fue adquirido por un amo, y que no desea salir en libertad. Como dice la Torá, "porque te ama a ti y a tu casa, y porque le va bien contigo", este esclavo no desea recuperar su libertad, incierta, insegura y arriesgada y prefiere quedarse allí donde, aunque no es dueño de su tiempo (el gran elemento propio de la esclavitud), sabe que vive "seguro". Hay quienes prefieren la seguridad de la esclavitud a los desafíos de la libertad.
El Talmud, con mucho ingenio, interpreta más agudamente las palabras "porque le va bien contigo" y los sabios dicen: contigo en la comida y contigo en la bebida. Y explican luego que al amo le está prohibido comer una comida mejor o diferente que la de su esclavo, todo lo que él coma le debe dar también a su esclavo para comer. Lo mismo sucede con la bebida. Un amo no puede tomar un vino añejo (de mayor calidad) y servirle a su esclavo un vino nuevo (de peor calidad por su poca maduración). Lo mismo ocurre con el lugar donde cada uno duerme y con las demás necesidades básicas de los hombres y las mujeres. Es por esto, y el Talmud cita un adagio popular de la época, que los hombres dicen: quien adquiere un esclavo en realidad esta adquiriendo un amo. Si uno tiene la obligación religiosa de tratar al esclavo como uno se trata a si mismo y al no hacer diferencias entre unos y otros entonces uno más que un esclavo, decía la gente por aquel entonces, uno esta adquiriendo un amo.
El Meirí, comentarista de Porvenza del siglo XIII, dice que aunque en nuestra época (su época y mucho más la nuestra) no rige más la ley del "esclavo hebreo", o sea que la esclavitud ya para aquel entonces estaba prohibida, este fragmento del Talmud nos enseña de qué manera debemos tratar a nuestros empleados y a la gente que trabaja para nosotros diariamente. Aunque no sea un precepto es una cualidad de piedad (Midat Jasidut) cuidar y tratar de una forma digna a quienes trabajan para nosotros, ya sea en nuestras empresas o en nuestros hogares. La Torá nos comanda a no hacer diferencias entre los unos y los otros; uno no puede comer un manjar y servir migajas a sus empleados. E incluso más, enseña el Meiri, no se debe hacer distinción entre judíos y no judíos ya que según el Talmud Ierushalmi Rabi Iojnan se comportaba de igual manera y con el mismo respeto y cuidado a sus esclavos hebreos como a sus esclavos cananeos.
No hacer diferencias, ese es el desafío.
Shabbat Shalom!
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