Hay tiempos donde la liberalidad se ve como una fragilidad; se considera al permisivo un débil. Sin embargo, la tradición de Israel ha sosteniendo una disputa milenaria entre los sabios permisivos (matirim) y los estrictos (majmirim). Y la lógica siempre fue la inversa, mientras más débil uno se sienta, mientras más inseguro uno se ve, uno termina siendo más estricto en la aplicación de la Ley. Si uno se siente seguro de sí mismo, de sus convicciones y de sus argumentos, uno puede (y debe) ser más flexible. La ley laxa, permisiva es la que incluye, la que expande las fronteras para que más personas puedan "quedarse adentro". La ley severa y rígida, por el contrario, excluye; dejando a muchos fuera de la comunidad.
El Talmud nos cuenta en nuestro página a estudiar, la historia de Rabi Iehuda Hanasi, el gran compilador de la Mishná, que estaba yendo sobre los hombros de su ayudante, Simlai. Y en cierta ocasión Rabi Iehuda Hanasi le dice a su ayudante, Simlai: "ayer no estuviste en el Beit Midrash (casa de estudio) cuando decretamos que estaba permitido el uso del aceite producido por no judíos". Recordemos aquí que según el Talmud el profeta Daniel lo había prohibido cientos de años antes pero al parecer el pueblo no quiso-pudo sostener en su práctica diaria este dictamen por lo cual Rabi Iehuda Hanasi decide por decreto (takaná) permitir nuevamente el aceite de no judíos. Simlai, en ese instante, desafía a su maestro y le dice: "en nuestros días se hubiera permitido incluso el pan (producido por no judíos)". A lo que su maestro contesta: "si hubiéramos hecho eso nos llamarían el tribunal permisivo (Beit Dina Sharia)".
A primera vista no se puede identificar si las palabras de Rabi Iehuda Hanasi son de dichas con miedo o con confianza y felicidad. Por un lado, podemos conjeturar que Rabi Iehuda Hanasi quería ser más permisivo de lo que sus contemporáneos podían soportar. Él hubiera querido también permitir de manera categórica el pan pero para sus colegas, los rabinos estrictos y miedosos, hubiera sido demasiado. Lo que le pasó a Rabi Iehuda Hanasi le ocurre a cientos de rabinos en nuestros días, desde ortodoxos hasta reformistas, que estando seguros y confiados en su razonamiento y posición ante un determinado tema, comprendiendo además que para ellos ese es el verdadero espíritu de la tradición judía, tienen miedo de dictaminar según su parecer por temor al qué dirán los rabinos más estrictos y conservadores.
Quizás, nuestros sabios contemporáneos, deban aprender de Iosi ben Ioezer, uno de los sabios más antiguos de la tradición de Israel. Este sabio que dio origen a las zugot, las parejas de sabios que continuaron la tradición oral judía hasta Hilel y Shamai, es llamado por su actitud permisiva ante muchas cuestiones relacionadas con la pureza y la impureza Iosef Sharia, Iosef el permisivo. Con orgullo, aquel sabio de antaño, lleva como apodo "el permisivo". Este sabio es quien en Pirkei Avot (1:4) nos enseña que nuestras casas deben ser un lugar de reunión para los sabios y que debemos beber con deleite de sus palabras. Ser sabio no es ser estricto. Ser sabio es saber incluir, es saber permitir, siempre que se pueda, y saber decir no cuando es necesario. Ser sabio es incluir y no rechazar. Ser sabio es ser permisivo. Es saber cargar con orgullo el seudónimo de "el permisivo". Será por esto que algunos dicen que "Hamajmir hu Hajamor" (el rigido - y severo - es un burro). La sabiduría tiende hacia la permisividad mientras que la ignorancia nos torna cobardes y nos obliga a ser estrictos cuando no es necesario.
Que este año que acaba de comenzar nos pueda encontrar a todos siendo como el tribunal de Rabi Iehuda Hanasi, permisivos sin miedo al qué dirán. Y que podamos llevar con orgullo el apodo de Iosi ben Ioezer. El apodo de "permisivos".
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