El Talmud se enfrenta a un gran problema: En la última hoja estudiada, la Mishná había planteado que no podemos entregar a uno de nuestros animales a un no judío por la suposición de que este lo violaría; no obstante una braita (otras citas rabínicas que no entraron en el canon de la Mishná) nos dice que podemos tomar animales de los no judíos para ofrecer un sacrificio y no tenemos que tener la suposición de que estos tuvieron relaciones sexuales con los animales. Aclaremos aquí que los animales deben, para ser ofrecidos como sacrificio, estar puros y el "haberse acostado" con hombres los hace impuros y psulim (no aptos) para ser sacrificados.
Y lo mismo sucede con las mujeres. Otra braita nos enseña que si una mujer judía queda a solas con un no judío, igual así puede volver a estar con su marido o comer de la trumá (alimento sagrado), si su pareja era cohén. Aclaremos en este caso que según el Talmud una mujer judía que se acuesta, o es violada, por un no judío es considerada una zoná (prostituta) y no puede volver a casarse ni con su marido, ni mucho menos con un sacerdote.
En este caso ¿Cómo se explica esta contradicción? Si por un lado la Mishná nos dice que los no judíos tienen la presunción de violar tanto a los animales como a las mujeres ¿Cómo podemos afirmar que podemos tomar animales de ellos y ofrecer con los mismos sacrificios, o bien, que una mujer puede volver a juntarse con su marido o incluso comer de la trumá?
Dos respuestas se esbozan. Rabina, para solucionar esta aparente contradicción, dice que nuestra Mishná establece lo que debe hacerse Lejatjila, en primera instancia, como primera medida. Mientras que la braita nos dice lo que ocurre Bediabad, una vez que el hecho fue consumado. En definitiva, en primera instancia debemos impedir que estas cosas sucedan pero si las mismas suceden "no pasa nada", ni las mujeres ni los animales queda inhabilitados.
Rabi Pedat, en cambio, esboza otra respuesta posible y dice que la Mishná le pertenece a Rabi Eleazar y la braita a los jajamim; ya que Rabi Eleazar sí tiene la suposición que los no judíos violan a los animales y a las mujeres mientras que los sabios no la tienen. La diferencia está entonces, en la percepción, en cómo vemos al otro. De aquí aprendemos que nuestra mirada afecta la halajá, nuestra forma de entender el mundo y de actuar en consecuencia.
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