El Talmud continúa debatiendo en torno a las leyes sobre el mandato de Ir Hanidajat, las ciudades donde la mayoría de sus habitantes fueron seducidos para cometer idolatría. Para comenzar, comparto una famosa afirmación del Talmud: Ierushalaim nunca podrá convertirse en una Ir Hanidajat. Al parecer la ciudad en si, a diferencia de cualquier otro lugar del mundo, no puede ser suceptible de la aplicación de esta Ley. Esta afirmación del Talmud no implica que sus habitantes no puedan cometer idolatría, ellos, en ese caso deben ser castigados mas la ciudad por ser el lugar desde donde sale Torá al mundo no puede ser destruida como si debían ser las ciudades donde la mayoría de sus habitantes se tornaban en idólatras.
Las ciudades debían ser destruidas, debían arder en llamas pero ¿Qué pasa con una ciudad que tiene un Sefer Torá o una Mezuza? Bien sabemos que todo lo que había en la ciudad, todos los bienes muebles e inmuebles debían ser quemados por el fuego pero ¿cómo vamos a quemar una Torá o una Mezuza!? La primera opinión en el Talmud nos advierte que estos objetos "sagrados" deben ser puestos en una Geniza, guardados en un lugar especifico o enterrados bajo tierra. No obstante Rabi Eliezer nos da otra respuesta y nos dice que nunca una ciudad que tenga al menos una sola mezuzá puede ser destruida por ser Ir Hanidajat ya que en la Torá se dice que toda la ciudad debe ser prendida fuego y como la mezuzá no puede ser quemada lo que quiere decir que la ciudad donde haya una mezuzá no puede ser prendida fuego. Esta ley del Talmud tiene un sentido concreto y particular pero sus palabras me llevan a imaginarme la posibilidad que en cada ciudad, en cada hogar que haya una "mezuzá" donde las palabras de D-s estén vivas y sean vividas por sus habitantes, las mismas jamás podrán ser destruidas. En los lugares donde brille la llama de la Torá la destrucción jamas podrá ser total. Las paredes se podrán caer y los edificios podrán ser demolidos mas la fuerza de la Torá mantendrá viva aunque sea una pequeña luz de esperanza de redención.
El tratado de Sanhedrín termina con el siguiente adagio: Cada vez que un malvado llega el mundo, el mismo se cubre de ira y de indignación. Cada vez que un malvado parte del mundo, el mismo se cubre de "bien" mas si un justo parte del mundo, el mal le sobreviene. Pero cuando un justo llega al mundo, el mismo se cubre de "bien".
Hadran Halaj Kol Israel - Así concluimos el estudio del tratado de Sanhedrín!
Mazal tov por este gran logro! Hadrán alaj vehadraj alan.
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