martes, 10 de julio de 2012

Sanhedrín 104 - Eijá, las lamentaciones

Contextualicemos. El Talmud sigue discutiendo en torno a los diversos reyes, que por sus transgresiones, no tienen un lugar en el Mundo Venidero (Olám Habá). Recordemos que ellos son: Ajav, Menashe y Ierovam. El Talmud se pregunta, sin embargo, por qué otros reyes igual de corruptos o idólatras que los anteriores no son condenados tan duramente como los otros. En este caso me refiero, como lo hace la Guemará, a Iohiakim, Ajaz (quien se acostó con su propia madre para molestar al Creador) o también a Amón. Los sabios encuentran para cada uno de ellos una razón para decirnos que estos reyes, por más pecadores que hayan sido, sí tienen un lugar en el Olám Habá.

En este contexto los sabios nos traen la siguiente afirmación: Todo aquel que invita a idólatras a comer de su mesa sus hijos terminaran en el exilio (Galut). Al parecer los sabios se refieren a los reyes del Reino de Iehudá que comenzaron a tener un trato ameno con reyes paganos circundantes, lo que provocó, según la mirada de los sabios, el exilio a Babilonia en el año 586 a.e.c. Siguiendo una suerte de asociación libre, luego de hablar de reyes perversos y del exilio, Jazal comienza a hacer una interpretación de diversos versículos y pasajes del libro de Eijá. Este libro, en español titulado Libro de las Lamentaciones, es el que se lee en Tisha Ve´Av, el día en que el pueblo de Israel recuerda la destrucción de los dos templos de Jerusalem y otras tantas calamidades que le ocurrieron al pueblo judío a lo largo de la historia. Es el día de duelo nacional del pueblo judío. A continuación estudiaremos alguna de las interpretaciones que hacen los sabios sobre este libro:


1:1 ¡Cómo (Eijá) ha quedado sola la ciudad populosa! 

La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, 

La señora de provincias ha sido hecha tributaria. 
1:2 Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas están en sus mejillas. 
No tiene quien la consuele de todos sus amantes; 
Todos sus amigos le faltaron, se le volvieron enemigos. 
1:3 Iehudá ha ido en cautiverio a causa de la aflicción y de la dura servidumbre; 
Ella habitó entre las naciones, y no halló descanso; 
Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras. 


Toda la Torá fue transgredida. Preguntaba Rabi Iojanán ¿Por qué el libro de Eijá esta escrito siguiendo el Alef-Bet (alfabeto hebreo)? Porque el pueblo de Israel transgredió toda la Torá (sus mandamientos) y esta no fue entregada sino a través del Alef-Bet (con la Voz Divina). 

La esperanza a toda costa. Rabi Iehudá enseña que en un fragmento (1:1) dice que Ierushalaim, la ciudad destruida, estaba "KeAlmaná", como una viuda. El texto no dice que era una viuda sino que era "como una viuda", como una mujer que su marido se va a fuera de la ciudad y tiene la fe que en algún momento volverá. Así también se encontraba Ierushalaim, desolada pero con la esperanza que en cierta oportunidad sería reconstruida y rehabitada. 

Los llantos. En el versículo dos se nombran dos veces a los llantos por lo cual el Talmud sugiere que las primeras lágrimas fueron por la destrucción del Primer Templo y las segundas lágrimas por la segunda destrucción. Todo aquel que llora por las noches, nos dicen los adagios talmúdicos, su voz es escuchada. Incluso quién llora por las noches tanto las estrellas como las constelaciones lloran junto a él. Lo mismo pasa con los seres humanos según el Talmud, quién quiera escucha a un alma llorar por las noches no puede hacer otra cosa que quedarse llorando junto a ella. 

La noche. Algunos sabios se detienen en que el versículo dice que lloraron por la noche y hace una relación semantica con un hecho en Bemidbar 14:1 donde dice que el pueblo de Israel lloró durante toda una noche porque no le gustaba el sabor de la Maná y preferían las "ricas comidas" de Egipto. En ese momento, aquella noche era 9 de Av (Tisha Ve´Av), el pueblo lloró por algo insignificante y D-s le dijo al pueblo:  ustedes lloraron por algo que no valía la pena, yo les haré llorar por algo que realmente valga la pena llorar. Y esa fue la destrucción de Jerusalém y la expulsión de los judíos de la tierra prometida. 

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