La Justicia y la Verdad son divinas. Ds es la fuente de justicia, equidad y verdad. Cuando aquí en la tierra nos enfrentamos a diversos juicios y prescribimos condenas o absolvemos a diferentes personas estamos relacionándonos con la Santidad, con Ds. Estamos emulando el accionar divino. El juicio, como vemos en el siguiente versículo (Deutronomio 1:17), es de Ds: "No hagáis distinción de personas en el juicio; oiréis tanto al pequeño como al grande. No tengáis temor de nadie, porque el juicio es de Ds", nosotros tan solo somos su canal. Como decía Rab Ionatán: el juez que trae la verdad en su juicio hace que la Shejiná (la presencia divina) resida sobre Israel, mientras que el que delibera y dictamina juicios sin perseguir la verdad hace que la Shejiná se aparte del pueblo de Israel. Nosotros, a la hora de un juicio, somos los enviados de Ds para traer justicia, equidad y verdad al mundo. Sin justicia, sin verdad y sin equidad el mundo no podría sostenerse. A la hora de dirimir en un juicio no se debe buscar el mal menor, se debe buscar la justicia y aspirar a la verdad.
Lamentablemente, desde siempre han habido "abogados" que intentan torcer la justicia para ayudar a su defendido, intentan encontrar vericuetos en la ley para rebajar la condena de un acusado, esto trae solamente más injusticia y más impunidad al mundo. En el versículo citado se nos dice que no debemos hacer distinción en el juicio, y los sabios del Talmud, lo entienden de la siguiente manera: no debes favorecer a nadie, aunque sea tu amigo, ni tampoco debes desfavorecer a alguien porque sea tu enemigo. La justicia es la justicia, no distingue ni razas, ni clases sociales, ni edades.
Lamentablemente, desde siempre han habido "abogados" que intentan torcer la justicia para ayudar a su defendido, intentan encontrar vericuetos en la ley para rebajar la condena de un acusado, esto trae solamente más injusticia y más impunidad al mundo. En el versículo citado se nos dice que no debemos hacer distinción en el juicio, y los sabios del Talmud, lo entienden de la siguiente manera: no debes favorecer a nadie, aunque sea tu amigo, ni tampoco debes desfavorecer a alguien porque sea tu enemigo. La justicia es la justicia, no distingue ni razas, ni clases sociales, ni edades.
El difícil trabajo del juez: Los jueces juegan con la vida de la gente, tienen un poder casi igualable al divino, en cierto sentido. Pueden sentenciar a alguien a cadena perpetua o quitarle todos sus bienes, pueden determinar que un padre no puede ver a sus hijos o que tal persona se debe quedar con toda la herencia familiar. Tienen una posición que debe ser asumida con Irat HaShem, temor reverencial al cielo. Tienen que tener presente que no deben torcer el juicio, deben siempre aspirar a la verdad. En este sentido Rab Ionatán, nuevamente, nos enseña: el juez que injustamente toma las posesiones de alguien y se las da a otro (porque erra en su fallo y se equivoca en su dictamen) Ds le saca su vida.
En la justicia no hay puntos intermedios, no hay, como vimos ayer una pshará (conciliación), la justicia es una y no podemos apartarnos de ella. El juez que asume esta complicada tarea debe verse así mismo, decía Rabi Ionatán, como si tuviera una espada colgando de su cabeza y como si tuviera entre las piernas el Geinom (algo así como el infierno). Debe ser meticuloso y preciso en sus fallos, no debe apresurarse a llegar a una conclusión. La vida de los demás depende de el. Y como me enseño Rab Joel Roth en materia de Halajá: cuando un rab dictamina cierta ley está juzgando junto a Ds, está intuyendo que lo que él esta dictaminando es la Voluntad Divina. Por eso se nos dice en Pirkei Avot 1:1 "evu metunin vadin", sean cuidadosos/escrupulosos en el juicio.
Por otro lado, el Talmud nos enseña que los dictamines de un juez deben ser claros como el día. Dicen que si el dictamen que está por promulgar le es claro como el día, o sea, que está seguro de que esa es la "verdad" y el procedimiento correcto, entonces debe seguir y decirlo. Ante la duda, es mejor callarse y esperar.
En la justicia no hay puntos intermedios, no hay, como vimos ayer una pshará (conciliación), la justicia es una y no podemos apartarnos de ella. El juez que asume esta complicada tarea debe verse así mismo, decía Rabi Ionatán, como si tuviera una espada colgando de su cabeza y como si tuviera entre las piernas el Geinom (algo así como el infierno). Debe ser meticuloso y preciso en sus fallos, no debe apresurarse a llegar a una conclusión. La vida de los demás depende de el. Y como me enseño Rab Joel Roth en materia de Halajá: cuando un rab dictamina cierta ley está juzgando junto a Ds, está intuyendo que lo que él esta dictaminando es la Voluntad Divina. Por eso se nos dice en Pirkei Avot 1:1 "evu metunin vadin", sean cuidadosos/escrupulosos en el juicio.
Por otro lado, el Talmud nos enseña que los dictamines de un juez deben ser claros como el día. Dicen que si el dictamen que está por promulgar le es claro como el día, o sea, que está seguro de que esa es la "verdad" y el procedimiento correcto, entonces debe seguir y decirlo. Ante la duda, es mejor callarse y esperar.
Por último. Rab Hamuna nos enseña: por lo primero que será el hombre juzgado en el mundo venidero es por su estudio de Torá. ¿estudiaste? ¿Pilpalta BeJojmá? La sabiduría es un agregado y una consecuencia del estudio, lo que importa aquí es el estudio por el estudio mismo. El estudio Lishmá, en nombre de Ds.
APELA: ...y dice: Que es muy cierto lo que consta en el Talmud, tanto como todo lo citado. Sin embargo, a nombre del gremio, resulta errado sostener que un abogado pretende torcer la realidad a su propio favor. Los abogados -en principio- son asesores de sus clientes, y muchas veces, dado que existe gente inescrupulosa y poco cuidadosa, y que primero se es persona después abogado, debiera decir: "hay gente que tuerce la verdad para engañar a los jueces". De ese modo, toda vez que el juez (en la rama civil) sólo puede asirse de las pruebas que le acercan las partes, la construcción de la realidad, siempre va a estar a cargo de quienes presentan la prueba, ya que el juez no investiga de oficio. Distinto en materia penal, sin embargo, allí, el juez si instruye (investiga) la causa, pero el que pretende construir la realidad es el investigador (sea el juez o el fiscal) a los efectos de aplicar o no una pena, tratar de determinar lo más cercano a la realidad de los hechos. Al fin y al cabo, sólo el Altísimo es quien sabe cómo sucedieron los hechos, nosotros somos simples observadores, forzados a explotar el máximo de nuestra materia gris y sentidos, para reconstruir un jarrón que explotó en mil pedazos (un hecho pasado).
ResponderEliminarSaludos!
Como siempre, excelente trabajo! SIGA INCENTIVANDO EL ESTUDIO Y LA DISCUSIÓN!!!
Éxitos!
Yosef Benabraham