martes, 27 de diciembre de 2011

Berajot 63/64 – Limud Tora


Con este post completamos el segundo tratado de este sitio! 

Con nuestra guemará del día completamos Masejet Berajot, el tratado que versa fundamentalmente sobre las diversas bendiciones de la vida diaria. En nuestra hoja y media que hoy nos toca comentar encontramos diversas historias y enseñanzas de nuestros sabios. El leit motive, si podemos hallar uno, es: La Torá.

La Torá es el alma, la esencia y el esqueleto del pueblo de Israel. Sin Torá no somos Israel. Sin Torá no habría hebreo ni un moderno Estado de Israel ubicado en el medio oriente. Sin Torá no hubiera habido un Rabí Akiva, un Moshe, un Maimonides ni un Ben Yehuda. Es la Torá, en el reflejo de cada generación la que nos hace ser quienes somos. La Torá es un tesoro que debemos preservar. Es por esto que nos dice el Talmud que si uno ve una generación que está deseosa de Torá entonces nuestra tarea es expandirla, es repartirla por el mundo. Y también lo opuesto, si nos toca vivir en un tiempo donde el mundo no quiere escuchar palabras de Torá es mejor guardarla para uno, no banalizarla. Muchas veces por querer acercar la Torá a otros la banalizamos, la hacemos quedar como infantil, la volvemos un objeto sin valor y la estupidizamos.

Rabi Akiva fue el que dijo, en otra sección del Talmud, que el versículo que resume toda la Torá es el que nos comanda a "ama a tu prójimo como a ti mismo", en nuestra hoja cuando a Bar Kapará le hacen la misma pregunta contesta: "en todos tus caminos reconócelo ya que Él dirigirá tus caminos". Este es el versículo que para él mejor resume la Torá. A cada momento, en cada situación, en cada uno de nuestros caminos debemos reconocer la presencia divina que nos circunda y que finalmente nos guiará. Ds sólo entra en nuestras vidas, y por ende en nuestros caminos, si lo dejamos entrar, si lo dejamos caminar junto a nosotros.

Continuemos con el estudio de la Torá! Rab Tabi enseñaba que quien era “flojo” en su estudio de la Torá no iba a tener fuerzas en los días problemáticos. La Torá es nuestra guía, nos marca un camino. La Torá, que todo lo abarca, es la que nos ayuda a comprender el mundo de una manera diferente. Nos ayuda a encontrar en el mundo a Ds. La Torá con su inmensa sabiduría nos da la fuerzas para sostenernos en los días de angustia, en los días de desesperación. Solamente quien estudia Torá con amor y fervor podrá entender a que me refiero.  

Rabi Iehudá analizando un versículo del libro de Deuteronomio el cual habla sobre el momento en que el pueblo de Israel se convierte en el pueblo de Ds se pregunta ¿en ese momento fue entregada la Torá (lo que marca el pacto ente Ds y el pueblo judío)? La Torá está hablando cuarenta años después de la salida de Egipto y no tres meses después en el momento que la Torá fue entregada. Esto es así porque la Torá es amada cada día y recibida cada día por quienes la estudian, como el día que fue entregada en el monte Sinaí. 

El acto de entrega de la Torá es eterno, cada día volvemos a recibir la Torá. Cada día, al estudiarla, volvemos a enamorarnos de sus textos, de sus ausencias, de sus historias, de sus blancos, de sus contradicciones. El estudio de la Torá renueva cada día nuestro pacto con Ds. Cada vez que volvemos abrir la Torá y estudiar alguno de sus pasajes volvemos a pactar con Ds y Él vuelve a pactar con nosotros, en ese momento reafirmamos nuestro pacto a vivir una vida que aspire a la santidad y a la elevación espiritual.

La Torá no debe estudiarse en soledad: Un maestro talmúdico enseña que debemos hacer kitot, grupos de estudio, para abocarnos a la Torá. La Torá, así decía, solo es adquirida en asociación con otros. La mirada del otro presentando su opinión, y el debate que entablamos en relación a un versículo bíblico es lo que hace que adquiramos el conocimiento y un entendimiento más profundo del texto. Torá no se estudia en el silencio, la soledad y la quietud monástica, la Torá se estudia mediante gritos, discusiones y el fervor de una casa de estudio donde cada estudiante es un gladiador en busca del conocimiento. Es la batalla por el saber. No debemos simplemente recordar versículos, eso no es aprender Torá. Repetir palabras de los sabios no es ser un estudioso sino un hombre con poca imaginación e identidad. Raba decía: un hombre primero debe estudiar Torá y después examinar detenidamente qué fue lo que estudió. Debemos tomarnos el tiempo para advertir la shejiná, la presencia divina, en cada palabra que la Torá nos regala. Una lectura “así nomas”, “por encima” como varias veces se acostumbra a hacer no debe ser la manera de estudiar Torá.

Para ir terminando... Rab decía que los estudiantes de Torá no tienen descanso ni en este mundo ni en el mundo venidero. Quién se adentre al mundo de Torá no podrá esperar el descanso y la pasividad como forma de vida. El que busca la tranquilidad que mejor se aparte de la Torá. La Torá y su estudio nos confrontan con nosotros mismos, con nuestras formas de pensar y con nuestras formas de ver el mundo. La Torá no nos trae descanso pero nos trae sabiduría. Por último, en relación a los estudiosos de la Torá, decía Rabi Eleazar: ellos aumentan la paz en el mundo. Terminamos nuestro blog como termina nuestro tratado de Berajot, recitando un muy conocido versículo: Adona-i Oz leAmo Iten, Adona-i Iebarej et amo (ve et olamo) veshalom.

Completamos nuestro segundo tratado del Talmud. Quiera Ds que podamos comenzar muchos más y, si Él, y nuestras fuerzas nos lo permiten, terminarlos.

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