¿Cómo debemos disponernos a rezar? ¿Cuál es la actitud en la que debemos predisponernos para orar? La Mishná es tajante: uno no debe predisponerse a rezar sino es con Koved Rosh, con seriedad y humildad hacia el Creador. Se dice que en la antigüedad los más piadosos, los jasidim, comenzaban a prepararse para rezar una hora antes con cantos, meditaciones y melodías para lograr tener la concentración y la kavaná necesaria para encontrarse en un dialogo con D-s. Hoy en día, de cierta manera nosotros emulamos esa practica, cuando antes de hacer la Amida, la tefilá propiamente dicha, nos preparamos con melodías y salmos para adentrarnos y elevarnos en plegaria con lo que se conoce como Psukei DeZimra.
No podemos comenzar a rezar sino es con una Halajá Pesuká. Esto sólo lo podrán entender quienes hayan vivido alguna vez la lucha por el conocimiento que se da en un Beit Midrash. En las casas de estudio generalmente se estudia en pareja (jevruta), discutiendo algún texto, o en pequeños grupos y entre las diferentes personas se pelean en una batalla apasionada con gritos y gesticulaciones vehementes para llegar a la "verdad". Este método de discusión se denomina pilpul, cuando uno dice algo y el otro se lo retruca y luego vuelve y trata de sostener su opinión y así sucesivamente. Enseñan nuestros sabios que quienes estén metidos en estas discusiones no deben disponerse a rezar ya que van a tener su mente en otro lado, en aquella discusión por el sentido de un texto, y no enfocados en el rezo y en la plegaria. Uno puede predisponerse a rezar cuando una discusión haya llegado al final, cuando se haya "revelado" una verdad o cuando ambas partes se hayan puesto de acuerdo sobre la interpretación de un texto.
No debemos predisponernos a rezar desde la tristeza, desde la vagancia, desde la burla, desde la conversación banal o desde la altanería. La única forma correcta de pararnos ante el Creador y orar es a través de la alegría de la Mitzva (Simja shel Mitzva). Las mitzvot, los preceptos, están para hacer cumplidos, no como una carga sino como un desafío, como una posibilidad de elevar nuestras vidas mundanas a un grado de mayor santidad. La alegría cumple un papel principal en la teología judía, es a través de ella que logramos acércanos más a D-s y a nuestro prójimo. Sonreír, cantar, bailar son maneras mucho más elevadas de orar que el llanto y los ayunos. P.D: un hombre no debe predisponerse a rezar estando borracho (nota para muchos grupos jasidicos de nuestros días).
¿Amargarnos en la felicidad? Rabi Iojanán enseñaba (y evidentemente sigue enseñando) que un hombre le está prohibido alegrarse de manera total en este mundo. La alegría no debe ser completa. Es por este motivo que en el día más alegre de la vida de muchos, el casamiento, se rompe una copa. Es también por este motivo que cuando estrenamos una casa rompemos un pequeño cuadrado para que nuestra alegría no sea infinita. Los sabios discuten de cuál es el motivo para estas tradiciones. Algunos dicen que es en recuerdo del exilio y la destrucción del Templo de Jerusalém y otros dicen que es porque la alegría en exceso lleva a la transgresión. Hoy en día, podríamos agregar, que estas tradiciones cobran sentido para estar conscientes en todo momento que nuestra alegría, por un lado, no es eterna y que por otro siempre hay gente que está sufriendo y deberíamos extender nuestra mano, en momentos de prosperidad y alegría, hacia el otro, hacia el necesitado.
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