El Talmud, en otro folio de nuestro tratado, discutió sobre el órigen de la Ketuva (contrato matrimonial). Algunos sabios sostenían que su órigen era biblíco y otros decían que era una creación rabínica. En nuestra Guemará del día también se discute el órigen, pero en otro sentido, de la Ketuvá. Rav Iehuda nos cuenta que en un comienzo los hombres le escribían un documento a las mujeres (una suerte de Ketuvá) en donde aseveraban que al casarse ellas tendrían a dispocisión X cantidad de dinero (200 zuz las virgenes y 100 las viudas). Los hombres para casarse debían tener todo ese dinero disponible para poder entregarselo a su mujer cuando ella lo reclamase. Por este motivo los hombres se hacían viejos y no se casaban, ya que muy pocos en la juventud contaban con aquella suma "en contado". Esta fue la situación hasta que Shimon ben Shetaj (Presidente del Sanedrín, S. II a.e.c) decretó que de ahora en más los hombres para casarse no debían tener todo ese dinero en efectivo sino que de ahora en más las propiedades del marido quedarían supeditadas a la Ketuvá y de aquellas propiedades la mujer cobraría su herencia en caso de muerte del marido o de divorcio.
Una explicación similar sobre el órigen de la Ketuvá se encuentra a continuación en nuestra Guemará del día. Una fuente anonima nos dice que el problema no era que los hombres no tenían aquel dinero, ya que no se lo debían dar a las mujeres cuando se casaban, sino que el documento que le escribían solo establecía que en caso de divorcio o de viudez ellas cobrarían aquella suma. Sin embargo las mujeres desconfiaban de aquel documento porque no podían estar seguras si realmente podrían cobrar ese dinero o no. Por eso, según cuenta esta "leyenda", en un comienzo se decidió que los hombres debían depositar todo aquel dinero en la casa del padre de su mujer para que este seguro. Sin embargo según los sabios esto no fue suficiente ya que si el hombre se enojaba con su mujer le podía decir muy fácilmente "vete con tu Ketuvá", es decir la divorciaba y ella tomaba el dinero de la Ketuvá de la casa de su padre. Luego decidieron que el dinero debía estar en la casa de su suegro pero está idea tampoco funcionó. Y fue en aquel momentó que Shimon ben Shetaj propusó su tan famosa ordenanza. Esto ayudaba a que no sería tan fácil para el hombre divorciar a su mujer ya que la Ketuvá no se traducía directamente en dinero sino que para poder divorciar a su mujer debía vender parte de su propiedad para tratar de pagar la Ketuvá.
Esta hermosa Sugya nos explica los dos sentidos de la Ketuvá: (1) Darle la posibilidad a la mujer que se sustente économicamente luego de perder a su marido o de ser divorciada y (2) Evitar que el divorcio sea un trámite que pueda ser tomado con ligereza o apresuradamente.
Hadran Halaj HaIsha SheNaflu!